El paisaje imponente de montañas, el amplio valle y el cielo diáfano de Tucumán los cautivaron. Alicia Ortiz y su esposo Gustavo no lo dudaron: dejaron el sur, compraron los campos y se mudaron al norte para cumplir el sueño de tener un viñedo en altura sobre la mítica Ruta 40.
En el kilómetro 4.314 de esa vía, en el paraje de Chañar Solo, en Colalao del Valle, dieron rienda suelta a su proyecto vitivinícola Viñas del Chañar. Y también llevaron adelante un emprendimiento hotelero, con gastronomía local para acompañar la producción de vinos.
Ella es nacida en Jujuy, pero tucumana por adopción; él es porteño, aunque vivió muchos años en la Patagonia, donde llevó adelante su negocio como desarrollador urbanístico.
Cómo es la visita con el maridaje soñado en los Valles Calchaquíes: vinos y el brillo de las estrellasAl llegar a Tucumán, en 2016, en un principio la idea era tener un viñedo propio para elaborar vinos artesanales. Pero luego pensaron en, además, ofrecer un lugar para hospedar a personas que quieran disfrutar de los paisajes, del clima y de la tranquilidad que se vive en ese paraje de ensueño, que los cautivó en la primera mirada. Y que puedan tomar un vino en paz, sin tener que pensar que tienen que salir a la ruta a manejar hasta otro lugar de descanso y evitar así exponerse a una situación de riesgo.
El hotel tiene dos plantas y 11 habitaciones con baño privado y comodidades, todo construido con piedra y madera de algarrobo. Lo mejor son los balcones, que ofrecen vistas inigualables de los Valles Canchaquíes y de las viñas de cepas torrontés y malbec que cubren la zona. En el comedor del hotel se pueden disfrutar distintos platos típicos, con productos locales y regionales.
El viñedo está avanzando y pronto contará con una cava y una terraza con vista al cerro. Además, no hace mucho compraron una hectárea con viña de cabernet sauvignon, así que ampliaron su oferta de vinos. Y ahora están pensando en producir un blend.
“Empezamos a aprender la cultura del vino. Tenemos un ingeniero agrónomo y un enólogo que nos han enseñado mucho”, contó Gustavo. Además de aprender el paso a paso sobre cómo se trabaja en un viñedo, los turistas pueden hacer degustaciones de las distintas variantes, participar de caminatas guiadas y de actividades culturales como guitarreadas.
Destacado
Dentro de los vinos que producen, tienen uno que es destacado. Se llama “Jamás vencido” y es un malbec gran reserva. “En el comienzo de nuestro sueño de tener un viñedo, en este mágico valle, nos encontramos con un cardón muy especial, un viejo árbol caído, pero renacido en múltiples brazos, empecinados en elevarse hacia la inmensidad del cielo calchaquí, reinvindicando la lucha de un guerrero que nunca se rindió”, detalla.
Considera que entre los vinos de altura, el de los Valles Calchaquíes es uno de los mejores del país. Y eso gracias al terroir (o terruño), concepto que refiere a las características del suelo y de la tierra donde se cultivan las uvas para producirlos. Estas características únicas de cada lugar influyen en el sabor, el color y el aroma del vino, y le dan a cada botella su identidad.
Reclamos
“El Valle tiene un terroir muy específico, una potencia, un color, un cuerpo único... es mucho más frutado, más intenso que otros”, describe el hombre que se enamoró del lugar y de su proyecto. Reniega porque cada tanto (como el último fin de semana) se corta el paso en las rutas por el mal estado de un puente o porque crece demasiado el río.
“Así vamos a pasar todo el verano y muchos turistas no podrán venir. Aquí no falta promoción turística; es cuestión de desarrollo. ¿Qué querés promover si no podés llegar? Tenés lugares hermosos, pero faltan servicios. Y el visitante, lo primero que quiere son servicios. Hay que desarrollar más esta zona”, reclama a las autoridades.